» malestar emocional : cuando la causa no está clara «
Las personas tendemos a querer encontrar razones para todo. Nuestro cerebro es curioso, y por lo tanto, detesta la incertidumbre.
En ocasiones, la causa del malestar emocional es fácilmente detectable. Sin embargo, la experiencia nos dice que pese a tener un motivo claro, este suele estar intrincado en otras problemáticas de base que no son tan sencillas de señalar: actitudes, educación, valores, etc.
Por otro lado, el porcentaje de pacientes que acude a consulta sin saber qué causa su malestar, es elevado.
Esto se debe a que el malestar emocional no suele asociarse a un sólo factor, sino a la interacción de múltiples variables:
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Educación:
La forma en la que nos criaron, determina la visión de lo que consideramos que está «bien, regular, mal, fatal, etc.» En ocasiones, reproducimos conductas aprendidas de nuestros padres/madres; en otras, rechazamos repetir un patrón educacional considerado: ineficaz, sobreprotector, punitivo, etc.
Otros ambientes educativos (escuela, grupo de iguales, familia, etc.), también contribuyen a desarrollar un esquema de valores.
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Valores:
Derivados de la educación, son todas aquellas cualidades a las que se les da una importancia especial: sinceridad, solidaridad, comprensión, etc.
En determinadas circunstancias podemos actuar en contra de nuestros valores, lo que generará culpa y tensión. Si esta situación se mantiene en el tiempo, la autoestima se verá intensamente dañada.
Por ejemplo: si uno de mis valores es la comprensión, generaré culpa si considero que no he sido lo suficientemente tolerante con un amigo/a.
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Creencias:
Las creencias promueven determinados tipos de pensamientos. Además, el cerebro humano tiende a querer confirmar estas creencias, sesgando la información recibida.
Por ejemplo: la creencia «no soy importante», puede hacer que la persona fije la atención en aquellos momentos en que sus amigos/as estén interactuando entre sí, y activar el pensamiento: «pasan de mí»; lo que hará que la persona se aísle.
Sin embargo, prestará menos atención al número de veces que se le acercan (y a su actitud en la cercanía).
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Actitudes:
La actitud es la predisposición conductual ante: sucesos, personas, problemáticas, etc.
Nuestra actitud envía mensajes a los demás, cambiando por tanto su manera de actuar y viceversa.
Por ejemplo: si ante la frase «no me ha sentado bien», el receptor se pone a la defensiva, el comunicador se alterará o inhibirá por completo la comunicación de sus emociones y pensamientos.
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Otros/as.
Como hemos visto, a la causa le subyacen múltiples orígenes.
Acudir a terapia es una buena forma de aclararse y mejorar, independientemente de conocer o no los factores generadores del malestar.
Normalmente, los orígenes inconscientes son más importantes, porque suelen: generar, mantener y/o retroalimentar la problemática.
Por eso el proceso terapéutico merece tanto la pena: las personas se descubren a sí mismas, marcando el camino de su propia evolución.
«El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta (Charles Dickens)»
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