El cerebro humano es el órgano más complejo del organismo, siendo también el que más energía consume (alrededor del 20%).
La ciencia todavía tiene cuestiones que resolver respecto al cerebro humano, no obstante, también cuenta con certezas:
El cerebro está formado por 100 mil millones de neuronas: células especializadas que transmiten información y regulan las funciones cerebrales.
Estas se comunican mediante unas sustancias denominadas neurotransmisores, implicados a su vez en la regulación del estado de ánimo; existen unos 80 tipos, entre ellos:
- Serotonina: niveles bajos se asocian a depresión y/o obsesiones.
- Dopamina: encargada del sistema de recompensa del cerebro así como de las conductas adictivas.
- Noradrenalina: asociada a depresión, ansiedad, desregulación de la ira, etc.
- Glutamato: implicado en la memoria y la información emocional.
- Otros.
El cerebro consta de dos hemisferios, que se comunican mediante el cuerpo calloso (el «puente» que los une). Pese a que cada área se especializa en diversas funciones, ambos comparten y manejan información, por lo que no se consideran dos núcleos aislados. Así, el hemisferio derecho está más relacionado con la expresión e interpretación emocional (comunicación no verbal); mientras que el hemisferio izquierdo, tiene más peso en la comunicación verbal de las emociones.
La aparición del Homo Sapiens Sapiens (nuestra especie), determina el sistema cerebral que tenemos hoy en día. Por lo tanto, el cerebro humano apenas se ha modificado en los últimos 50.000 años. Esto implica que el cerebro está programado para la supervivencia en condiciones extremas (peligros continuos) y no tanto para el mundo civilizado en el que vivimos actualmente.
La dificultad deriva en que hace 40.000 años las zonas relacionadas con la supervivencia se activaban (cerebro primitivo) cuando existía un peligro real (p.ej. un animal peligroso), mientras que en los tiempos presentes, esos mecanismos suelen dispararse frente a peligros imaginarios (generando ansiedad anticipatoria) y/o no letales.
Como podemos observar, el cerebro se fundamenta en la capacidad de supervivencia, para lo cual es necesario tener adquiridas ciertas capacidades de adaptación al entorno.
No obstante, el contexto para el que fue concebido, dista mucho de parecerse al actual, por lo que conocer su mecanismo nos hará entender el porqué de determinados «fallos» interpretativos.
«Deberíamos entender que del cerebro vienen las alegrías, el placer, la risa, el ocio, las penas, el dolor, el abatimiento y las lamentaciones» (Hipócrates).
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