» El perfeccionismo supone un diálogo interno excesivamente estricto «
El perfeccionismo no está mal visto en sociedad. Desde pequeños, nos instan al mejor desempeño posible.
Sin embargo, no es lo mismo «hacer las cosas lo mejor posible» que «hacerlas perfectas». La segunda opción, es imposible y depende del criterio de quien las juzga.
Cuando hablamos del diálogo interno, nos referimos a los pensamientos que surgen en la mente de la persona.
Es importante ser conscientes de que ser perfeccionista NO es una manera de hacer las cosas, sino de HABLARSE a uno/a mismo/a.
El estilo cognitivo del perfeccionismo se caracteriza por:
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Comparar en exceso
Se tiene un «ideal» al que se pretende llegar (que no existe): la perfección. El/La perfeccionista compara en exceso su rendimiento, desempeño y trabajo.
Si no alcanza ese «ideal», se siente frustrado/a.
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Dos categorías extremas: Bien Vs Mal
Para el perfeccionista, sólo existen dos «sacos» en los que meter los resultados: bien hecho Vs mal hecho.
En ocasiones, pierden otras variables del contexto que son importantes, p.ej.:
– Si es la primera vez que realizan una tarea, difícilmente obtendrán el rendimiento deseado, por lo que es probable que catastroficen e incluyan su trabajo en el «saco» del mal hecho.
– El tiempo para realizar la tarea: cuando no se cuenta con un intervalo temporal necesario para cumplir según sus propios requisitos, se frustran.
No les gustan los intermedios (p.ej. bastante bien, regular, mejorando, etc.)
Así, filtrarán la información en base a estas dos categorías, obviando circunstancias resaltables en cuanto al resultado final.
Esto conllevará frustración, impotencia, estrés y golpeará la autoestima (en concreto, a la autoeficacia).
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Pensamientos rígidos: tendría, debería, tengo que…
Cuando somos pequeños, nos enseñan que las normas hay que cumplirlas, si no, conllevan castigos.
Ya de adultos, si un pensamiento comienza por «tengo que» y no se cumple, se genera estrés, tensión, ansiedad, etc. hasta que no se lleva a cabo la tarea.
Ese es el castigo del adulto.
Eso no significa que podamos eludir los pensamientos: «tengo que», «debería», «tendría», sino aprender a regularlos y emplearlos en su justa medida.
Debido a la alta exigencia, es muy común que la persona se «queme» en el trabajo (burnout).
El estrés por la tensión mantenida, puede conllevar problemas de ansiedad.
Normalmente, estas personas acuden a consulta con miedo a dejar de buscar la perfección. La han asociado a una necesidad, una forma de vida vinculánda a su autoestima.
La terapia no busca que dejen de desempeñarse lo mejor posible, sino de que busquen la excelencia, no la perfección.
La excelencia se trata precisamente de eso, rendir lo mejor posible (teniendo en cuenta las variables y modificando pensamientos generados de ansiedad anticipatoria y de ejecución).