Una alimentación saludable es recomendable en todos los sentidos, pero también en el psicológico. Comer bien nos ayuda a mejorar nuestra salud mental.
Cada vez hay más investigaciones que enfatizan la importancia de la conexión intestino-cerebro. Nuestra microbiota influye en el funcionamiento correcto de nuestra mente y cuerpo. Esto es porque los microorganismos que viven en nuestro intestino generan substancias esenciales para que todo se mantenga en orden.
Llevando una dieta equilibrada, podemos favorecer que esta colección de bacterias generen sustancias beneficiosas para un buen funcionamiento psicológico y físico. Por el contrario, una alimentación basada en productos procesados y azúcares, interfieren en la correcta regulación del organismo.
Una mala alimentación está estrechamente relacionada con la obesidad y la depresión.
Los mecanismos que están detrás de los trastornos del estado de ánimo son extremadamente complejos y variados. Sin embargo, hay ciertos factores de nuestra vida diaria que influyen en su gestación y mantenimiento.
Seguro que en algún momento de bajón emocional te ha apetecido comer chocolate o helado. Cuando experimentamos emociones desagradables, podemos tener antojo de alimentos ricos en grasas y azúcares. Tras ingerir estos alimentos, nos sentimos mejor momentáneamente. Sin embargo, a largo plazo pueden afectar a nuestra salud física y, por consiguiente, a nuestra salud mental.
Varias investigaciones han mostrado como una dieta rica en ultraprocesados, alimentos fritos en aceites refinados, granos refinados, refrescos y alcohol estaba asociado a peores síntomas psicológicos, mayores tasas de ansiedad y angustia.
“No es cuestión de comer bien, sino de dejar de comer mal”
(Julio Basulto, nutricionista).
A todos nos conviene consumir en mayor medida ciertos alimentos, como las frutas y verduras, pescado (sobre todo azul), legumbres, etc. Estos contribuyen a mantener un buen estado de salud general y, por supuesto, una adecuada salud mental. En varios estudios, el consumo de estos productos frescos se asoció con menores síntomas depresivos y mejor estado de ánimo. A esto contribuye el hecho de que muchos de sus nutrientes tienen efectos protectores en el cerebro.
Así mismo, se ha visto como el suministro de alimentos probióticos, como los yogures o el kéfir, puede ser también una herramienta interesante para combatir los síntomas depresivos y ansiosos.
Ante estos datos, hay que tener en cuenta que normalmente, quien come mejor también tiene adquiridos otros hábitos de vida saludable. Es decir, una buena alimentación, si está acompañada de una buena rutina de sueño, descanso y ejercicio, va a colaborar a mantener un estado anímico equilibrado.
Recuerda que tratar de comer equilibradamente y mantenerte activo son de las mejores cosas que puedes hacer para tu salud física y mental.
Si estás experimentando síntomas ansiosos o depresivos puedes contactarnos aquí. Estaremos encantados de poder ayudarte.