«Romper una relación de pareja supone afrontar una serie de etapas psicoemocionales enormemente dolorosas»
La ruptura sentimental separa un camino anteriormente compartido, implicando re-aprender a «caminar» en soledad. Independientemente del rol vivenciado («ser dejado» Vs «disolver el emparejamiento»), la adaptación cuesta, ya que la persona se desvincula de un pasado asociado al mayor grado de intimidad posible: sexual, social, emocional, etc. reactivando: inseguridades, dudas e incertidumbre.
No cabe duda de que la dificultad emocional es compartida, así como tampoco de que la mayor carga emocional recae sobre el abandonado. Este, ha de superar un conjunto de etapas similares a la pérdida de un ser querido (aunque obviamente menos desgarradoras):
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Negación:
En un primer momento, la persona enamorada trata de evitar la ruptura a toda costa. Lo más frecuente es que intente reconquistar a su pareja (p.ej. mediante detalles agradables), y si esta estrategia no funciona, el desequilibrio emocional que conlleva el miedo a perder al ser querido, suele derivar en el chantaje emocional inconsciente (p.ej. «yo sin ti no soy nada») y/o en una manipulación desesperada (p.ej. involucrando a terceras personas, pidiéndoles que le ayuden a recuperar el amor del otro).
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Ira:
Cuando la persona siente que está aportando todo lo que está en su mano para impedir la ruptura, e interpreta que su esfuerzo no está siendo valorado (o siente que durante la relación se le trató injustamente), comienza a generar emociones de ira dirigidas hacia él mismo y/o la otra persona. Alguna gente desea evitar esta etapa (se sienten «malas personas»), pero es tan necesaria para sobreponerse a la desunión, como lo son las restantes.
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Depresión:
Este período entraña sentimientos de profunda tristeza, soledad, desánimo y deseos imperiosos por re-conectar con el ser amado. La irritabilidad y labilidad emocional (sensibilidad a flor de piel), son comunes y naturales.
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Negociación:
La persona empieza a replantearse su futuro. Es consciente de que no puede seguir así, y comienza a invertir energía en su recuperación: retoma su rutina y piensa en alternativas para soportar lo mejor posible el sufrimiento. Este cambio de actitud, mejora gradualmente el estado de ánimo.
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Aceptación y resolución:
Una vez aceptada la ruptura, la resolución del duelo está cerca. El dolor finaliza, y sólo se «asoma» puntualmente, hasta desaparecer progresivamente.
Este trayecto hacia el bienestar emocional, no tiene porqué ser escalonado (avanzar de una etapa a otra), las emociones suelen alternarse (p.ej. sentir ira y al cabo de un rato tristeza), pero siempre son señales de que se está elaborando la pérdida. Algunas personas necesitan ayuda para agilizar el proceso y/u otras se «atascan» en alguna/s etapa/s. Si es tu caso, queremos ayudarte. Ponte en contacto con nosotros, estaremos encantados de atenderte.