«No se trata de un trastorno psicológico, sino de un conjunto de síntomas y signos»
Cuando hablamos del síndrome de la cabaña, nos referimos principalmente al miedo generado tras un largo tiempo en reclusión.
La mayoría de las personas, asociamos el hogar con nuestro «nido». Un lugar seguro y reconfortante al que regresar al finalizar el día.
No obstante, pese a las emociones agradables asociadas al hogar, el confinamiento puede generar una especie de «burbuja» ficticia, que puede ser difícil de abandonar.
Los seres humanos tenemos una gran capacidad de adaptación.
Para muchas personas, aunque el inicio del confinamiento supuso un reto, terminaron habituándose a esas condiciones.
Aquellas personas con tendencia al miedo, vincularon su hogar a seguridad.
Estas personas vivencian que tienen más «control» de puertas para adentro, que ante la gran cantidad de estimulación externa que no depende de ellas: p.ej. la responsabilidad higiénica de la gente.
La perspectiva de abandonar su lugar seguro, les genera una intranquilidad que varía en grado de afectación: desde el ataque de pánico a una leve sensación de inseguridad.
El síndrome de la cabaña se caracteriza por el miedo a realizar actividades fuera de casa y/o relacionarse con conocidos y desconocidos fuera del lugar seguro.
La persona evita activamente esas circunstancias, o huye regresando a casa tras un tiempo determinado (expuesta al miedo).
Un ejemplo sería aquella persona que no es capaz de salir a comprar el pan y le genera un miedo intenso pensar en y/o acudir trabajar presencialmente, pese a que las medidas de protección estén aseguradas.
Como reacción contraria a la anteriormente especificada, algunos pacientes sufren lo que se conoce como «cabin fever».
Esta reacción tiene que ver con generar sentimientos de angustia, desesperanza y malestar intenso ante la perspectiva de tener que permanecer un tiempo indeterminado encerrado en casa.
Ambos síndromes se relacionan con la construcción interna de la persona, el estilo de vida y su forma de ser (personalidad).
Pautas generales para afrontar el síndrome de la cabaña
- Sal gradualmente: el cerebro tiene capacidad para habituarse. Si planificas las salidas espaciándolas en el tiempo, el miedo se irá reduciendo paulatinamente.
- No evites, ni huyas: trata de planificar las salidas de forma muy abierta y flexible. No te sientas ridículo si tienes que comenzar con paseos de 5 minutos. Lo importante es aumentar gradualmente. Una vez que te has marcado el objetico (de menor a mayor miedo), no huyas del lugar hasta que te hayas calmado, o la siguiente vez que te expongas, generarás miedo de nuevo.
- Refuérzate: ten palabras de ánimo hacia ti mismo. No es un pequeño paso o un paso «tonto», es tu esfuerzo por superar una situación muy desagradable.
- Varía las condiciones: comienza saliendo acompañado y cuando te sientas mejor, anímate a salir tu solo.
- Consulta a un profesional: si te sientes sobrepasado por tu estado emocional o notas que una dificultad psicológica anterior se ve acentuada, es recomendable acudir a terapia psicológica.
Al principio, es natural sentirse abrumado; esa sensación irá desapareciendo.
Tras 50 días encerrado, no te sientas un «bicho raro» si te sentiste identificado con este síndrome.
Si con el paso del tiempo la situación no mejora, contacta con nosotros y te ayudaremos a afrontarlo: http://psica.net/contact/