«Los problemas de conducta, se convierten en trastornos cuando su intensidad, frecuencia y duración, son excesivas.»
El Manual Diagnóstico y Estadístico en su Quinta Versión, DSM-V (APA, 2011), distingue los siguientes subtipos:
Trastorno negativista desafiante:
Se trata de un patrón de enfado, irritabilidad, discusiones y actitud desafiante o vengativa, que dura por lo menos seis meses, y que no sólo se manifiesta con el entorno más cercano (padres y hermanos). Son niños que se molestan con facilidad, discutiendo a menudo con los adultos, y reprobando continuamente su autoridad.
Trastorno explosivo intermitente.
En este trastorno, son frecuentes los arrebatos conductuales motivados por la ira, que reflejan una falta de control de los impulsos, manifestado por: agresividad, agresión verbal o agresión física contra propiedades, personas y/o animales (aproximadamente, dos veces por semana). Estas agresiones, no suelen provocar lesiones o destrucción de la propiedad (aunque pueden llegar a producirse). No existe intencionalidad, ni se persigue conseguir ningún objetivo, sino que supone una reacción desproporcionada ante lo que el menor interpreta que es un ataque personal.
Trastorno de la conducta
Representa un patrón repetitivo y persistente de comportamientos que no respetan los derechos básicos de otros, así como tampoco, las normas o reglas sociales propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia de: agresión a personas y animales, intimidaciones, destrucción de la propiedad, engaño o robo e incumplimiento grave de las normas. Estas conductas no son motivadas por reacciones emocionales intensas (como sucede en el trastorno explosivo intermitente), sino por un déficit de empatía, afectos superficiales e, incluso, un cierto placer sádico al observar el sufrimiento de los demás.
Piromanía:
La persona provoca incendios de forma deliberada e intencionada, en más de una ocasión. Siente fascinación por el fuego y genera placer, gratificación o alivio, al provocar incendios o presenciar y participar en sus consecuencias.
Su objetivo, no es obtener un beneficio económico, o expresar una ideología sociopolítica; tampoco buscan expresar rabia o venganza, y no son fruto de un delirio o alucinación.
Trastorno de personalidad antisocial:
Su característica principal es el incumplimiento de las normas sociales; el individuo muestra una conducta hostil (actuaciones que son motivo de detención), agresiva y con respuestas de manipulación (incluidas las mentiras constantes). Su singularidad primordial es la falta de sentimientos de remordimiento, o indiferencia ante hechos, lo suficientemente graves, para que la mayoría de las personas generasen sentimientos de culpabilidad (p.ej. robos, amenazas, violencia física contra personas y animales, etc.) Los primeros síntomas y signos se producen, como mínimo, desde los 15 años y, para realizar el diagnóstico, el paciente debe contar con, al menor, 18 años.
Cleptomanía:
Supone un fracaso a la hora de inhibir el impulso de robar objetos que no son necesarios para el uso personal, y no son extraídos por su valor monetario. Cometer el robo, genera placer, gratificación o alivio.
Intervenir ante los primeros signos de problemas conductuales, es fundamental para no intensificar/cronificar la problemática. Su conducta de hoy, es su futuro de mañana.