«Un buen terapeuta se adapta a las necesidades específicas de cada paciente»
A la hora de seleccionar terapeuta, el paciente se enfrenta a una serie de dudas propias del desconocimiento en el campo de la psicología. Algunas de las cuales queremos resolver, para que contéis con información suficiente a la hora de contratar a un buen profesional.
Características de un profesional competente
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Intervenciones basadas en la evidencia:
El terapeuta selecciona la intervención adecuada en función de estudios que avalan la efectividad y fiabilidad de la terapia a emplear. No utiliza estrategias que no hayan pasado el filtro de la investigación científica.
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Aporta información de su experiencia, formación y proceso terapéutico:
Durante la primera cita, explica al paciente cuál es su marco teórico de referencia, así como su experiencia en la problemática a trabajar. Por último, proporciona una guía aproximada del contenido y duración de la terapia.
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Protege la información de sus pacientes:
La confidencialidad es un derecho fundamental del paciente, sólo bajo su autorización, el psicólogo podrá revelar algún aspecto de la terapia llevada a cabo, y será el cliente quien especifique el contenido y la limitación de dicha información.
Por otro lado, antes de recoger cualquier dato, al paciente se le debe entregar la hoja de protección de datos, que garantiza la seguridad de los mismos.
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Envía tareas para casa:
El buen psicólogo es consciente de que es una guía, y que el trabajo fundamental lo realiza el paciente fuera de sesión. Para que se generalice la mejoría, enviará una serie de tareas relacionadas con la resolución de la problemática.
En caso de que el cliente se encuentre desbordado emocionalmente, se adaptarán la intensidad y frecuencia de las mismas, hasta que se sienta preparado para aumentar el ritmo de las actividades.
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No exige, ni responde a preguntas vitales importantes:
Un buen terapeuta no te dirá que debes dejar un trabajo, romper una relación, cambiarte de piso, o cualquier otra respuesta que implique una decisión vital importante (a no ser que tu integridad esté en peligro).
En todo caso, te guiará para que descubras si eso es lo que necesitas hacer, pero no responderá esas dudas por ti, ya que esto supondría hacerte dependiente de su visión, en lugar de fomentar la autonomía.
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No guía su actuación en base a sus valores:
El psicólogo aceptará las creencias (religiosas o de cualquier otro tipo) del paciente, siempre que estas no constituyan un deterioro biopsicoemocional para el paciente.
Un buen terapeuta se siente cómodo tanto con visiones vitales parecidas a las suyas, como con las opuestas, porque las respeta genuinamente.
Además, tiene una habilidad elevada para empatizar, por lo que analizará y entenderá las experiencias vitales que influyeron en tu personalidad (basándose en la genética, los modelos de aprendizaje y el contexto).
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Clima de confianza:
El psicólogo generará un ambiente interpersonal basado en la comodidad, en el que el paciente pueda expresar cualquier pensamiento, emoción y/o conducta, cuando se sienta preparado.
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Interés previo:
Si con anterioridad acudiste a otro profesional, se preocupará por conocer qué herramientas has adquirido y el nivel de autoconocimiento consecuente al proceso terapéutico.
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Es cauto:
Gracias a su experiencia, es consciente de que no todos los pacientes reaccionan de la misma forma a una determinada terapia. El profesional nunca promete resultados, sino que invita a trabajar para conseguir el mayor nivel de mejoría posible, siempre desde la confianza que le proporciona la experiencia con resultados favorecedores.
Si tu psicólogo cumple estos requisitos, es probable que te encuentres en buenas manos. Por lo tanto, habréis formado un equipo (terapeuta-paciente) con el que batallar hasta recuperar el bienestar que te mereces.
«Sin bienestar la vida no es vida, sino un estado de languidez y sufrimiento ( Francois Rabelais).»
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