«La verdadera felicidad reside en los pequeños detalles, que son los que perduran a las grandes conquistas (Ana Paz)»
¿Qué es la felicidad?
Podemos concebir la felicidad como una base y como un suceso: el estado de satisfacción con la vida que uno lleva Vs un suceso que genera una elevación intensa y pasajera del estado de ánimo (relacionado con la euforia momentánea).
La primera definición se ajusta a una base sólida de realización personal, cuyos pilares pueden ser: la familia, el trabajo, el ocio, etc. Unas variables pueden tener más peso que otras (p.ej. sentirse más satisfecho a nivel laboral que familiar), pero la balanza se inclina hacia el bienestar emocional.
La segunda concepción es puntual y pasajera; un ejemplo de euforia puede observarse en las caras de aquellos a los que les toca la lotería o ganan un campeonato. No obstante, esa emoción se reduce considerablemente cuando el cerebro se habitúa, por lo que será necesario contar con la «felicidad de base» para mantener la calidad de vida. Cuando la «felicidad suceso» se disipa, la «felicidad de base» es la que prevalece.
¿Puedo ser feliz si tengo problemas?
Todo el mundo tiene problemas (de un tipo o de otro, de mayor o menor intensidad). Es más, lo que para un individuo supone un problema, puede no resultar ninguna dificultad para otro.
La importancia reside en cómo se afrontan, en adquirir la capacidad necesaria para conceptualizar la dificultad en términos de «problema-solución», en lugar de hundirse ante la misma.
¿Cuál es la capacidad psicológica más importante para ser feliz?
Una de las habilidades clave es la aceptación: comprender (a uno mismo y a los demás), tolerar (las diferencias individuales) y adaptarse (incluso ante adversidades irresolubles en los términos que a uno le gustaría).
La aceptación no tiene tanto que ver con la situación, sino con uno mismo: las personas que no se aceptan a sí mismas, con sus virtudes y defectos, difícilmente se sentirán realizadas.
La aceptación como piedra angular de la felicidad no se refiere a la típica frase: «yo soy así y si me aceptas bien, y si no te gusta es tu problema»; sino que se basa en aceptar que ningún ser humano es perfecto, que todos cometen errores (aunque la intención no sea generar daño) y se aprende de los mismos. A su vez, algunos rasgos de personalidad podrán regularse (que no modificarse radicalmente) y otros, simplemente, serán del agrado de algunas personas y de otras no. Lo importante es que uno se sienta satisfecho consigo mismo (no se le puede gustar a todo el mundo), esto es, su conducta esté en consonancia con sus valores.
La aceptación tampoco consiste en darse por vencido, sino en saber detectar qué circunstancias son modificables y qué otras no son susceptibles de variar, decidiendo si uno desea/tiene que adaptarse, o determina que no son de su agrado y no las quiere en su vida. Aceptar en ocasiones significa adaptarse y en otras dejar ir…
Otro tipo de aceptación (que por raro que parezca, es muy común), es la relativa a los gustos personales. Algunas personas acuden a consulta motivadas para realizar grandes cambios en su tiempo de ocio; cuando se les pregunta qué hacen en su día a día, la respuesta suele ser: «nada…no hago nada…» No obstante, aunque «no hacer nada» es imposible, conforme avanzan las sesiones se dan cuenta de que «ese nada», supone un «pequeño todo». Porque quién lee mucho, tiene esa necesidad cubierta…quién ve un programa de televisión, quizás encuentre tan reconfortante esta actividad, como el que se dedica a otros quehaceres… (no hay porqué elegir, cada persona disfrutará de esas actividades en distinta medida, según sus necesidades). Puede que lo que les haga falta sea introducir alguna novedad en momentos puntuales (p.ej. viajar), lo que no quita que tiendan hacia su propio y característico bienestar personal.
Exceptuando casuísticas relacionadas con trastornos, como por ejemplo, la depresión (enfermedad que reduce la apetencia y el disfrute de actividades previamente reforzantes) o con crisis temporales (p.ej. crisis de pareja), cuando uno está estable emocionalmente, la visión de lo que le gustaría ser, puede llegar a nublar la aceptación de lo que uno es y de lo que le hace feliz. Por otro lado, la construcción social impone categorías que no siempre casan con la personalidad del individuo (p.ej. lo que es cultura y lo que es una pérdida de tiempo). Lo importante es que la persona se encuentre satisfecha; que esos pequeños momentos, construyan un bienestar mayor.
La felicidad se encuentra en los pequeños detalles…
El ser humano suele centrar sus pensamientos en lo que le falta, en la siguiente meta, en conseguir más… se le da tanta importancia a lo «grande» que nos olvidamos de que el sustento de la felicidad suele ser lo pequeño: un café con amigos, un rato de silencio y lectura, escuchar la música que a uno le apasiona, disfrutar de una buena película acompañada de un vino, poner un programa en la televisión para desconectar del estrés diario, etc. Ninguna de estas actividades será mejor o peor que la de otro individuo, simplemente, diferente…
¿Qué significa «saber vivir»?
La respuesta es sencilla: algo diferente para ti, que para mí… el significado de la felicidad puede asemejarse o no a la de otras personas, pero siempre tendrá algo de propio.
¿Cómo logro adquirir estrategias de aceptación?
Esta capacidad es susceptible de ser entrenada y adquirirse. Si te sientes a disgusto contigo mismo y notas que necesitas un cambio en algún ámbito de tu vida, habrá que profundizar en esta circunstancia y modificar aquello que te genera malestar (hay que recordar que la aceptación no tiene que ver con «dejarse ir» o que «todo parezca bien»), entendiendo y aceptando quién eres. Lo importante es conducirse hacia una base de felicidad, a la que se sumen o no otras emociones. O lo que es lo mismo: si me toca el euromillón me sentiré eufórica, pero si no me toca la lotería tengo un buen amortiguador vital.