Hoy, nuestros pacientes quieren compartir con vosotros un trocito de su intimidad…
Sabemos que cuando un paciente acude a consulta aquejado de ataques de pánico, suele sentirse desesperanzado y escéptico en cuanto a perderle el miedo a los síntomas. Debido a esa incomprensión que a veces sienten quienes padecen ataques de pánico, estas maravillosas personas han querido compartir con vosotros un trocito de su experiencia; aquí os la dejamos:
- Anónimo I.- «Empecé a tener ataques de pánico con 14 años. Recuerdo que estaba en el instituto y de repente, sin venir a cuento, comencé a notar cómo el corazón se me salía del pecho. Me preocupé tanto que mi madre tuvo que venir a buscarme y me llevó de urgencias al médico de cabecera (ella sospechaba que sería ansiedad, pero yo pensaba que era un ataque al corazón). Cuando llegué, ya no sentía esos síntomas (mareo, palpitaciones, sudor en las manos…), y me daba rabia que el médico me dijera que no pasaba nada, que era producido por los nervios, cuando yo «sabía» perfectamente que esos pinchazos al corazón no eran normales… tras idas y venidas, con ansiolíticos de por medio, y tras una larga espera, comencé a acudir a terapia psicológica, pero no conseguía perderle el miedo. Tenía temporadas mejores, otras peores, pero puedo decir que el pánico era frecuente en mi vida. Durante una época, tome antidepresivos para controlar la ansiedad, y me funcionó, pero al dejarlos, volvía a tener miedo. Hoy, a mis 27 años, puedo decir, por fin, que ya no le tengo miedo a los síntomas. Me enfrenté a ellos y si se me acelera el corazón…que se me acelere… si me mareo, sé como tranquilizarme, y ni siquiera llego a tener pánico porque lo que me daba miedo eran los síntomas y, una vez, se lo perdí, poco a poco dejé de tener ataques de pánico. Mi mensaje es que no os desaniméis, no es fácil, pero se consigue, soy el mejor ejemplo de ello.»
- Anónimo II.-«Mi pánico empezó cuando tuve un accidente de coche. Bueno, en realidad derrapé y salí de la carretera sin hacerme ningún daño. Aunque salí ilesa, esa sensación de descontrol que tuve al volante, me perseguía, así que fui posponiendo la fecha en la que lo volvería a coger, porque cuando pensaba en conducir, notaba como mi corazón se aceleraba y me costaba respirar. Nadie me entendía, especialmente para mi padre, que me decía: eso es cogerlo un par de veces y ya está, se te quita la tontería. Y lo intenté, pero era pensarlo y me ponía fatal, de hecho, lo máximo que llegué a conseguir fue sentarme en el asiento y fue cuando peor lo pasé, porque se me nubló la vista, fue como un estado en el que parecía que estaba borracha y claro, yo así, no podía conducir. Además, huí del sitio y me negué a coger el coche hasta que no estuviera preparada. Pero no acabó ahí, porque me sentí tan mal en ese momento que empecé a obsesionarme con cómo me había sentido; sabía que era ansiedad, pero lo pasé tan mal… y claro, ahí ya se hizo peor, porque empecé a estar pendiente de mi cuerpo, y a tener ataques de pánico que no tenían nada que ver con el coche. Podían darme en el trabajo, por la calle, en casa (aunque menos porque me sentía segura). Mi padre cambió de opinión y empezó a preocuparse, así que mi madre buscó una psicóloga y, aunque costó mucho, tengo herramientas para hacerle frente y ya no me da miedo. Son reacciones de mi cuerpo a las que ignoro. Mi mensaje es que parece imposible de controlar, pero si le pones ganas, lo consigues. Os entiendo y os animo a que no penséis que todo está perdido, porque aunque no sea fácil, siempre es mejor que vivir angustiada continuamente.»
- Anónimo III.- «No tengo una gran historia que contar. La verdad es que la mitad de mi familia sufre ataques de pánico, y yo, en cuanto tuve el primero (con 17 años, dos días antes del selectivo), me puse en manos de un psicólogo porque sabía de qué se trataba. Ahora tengo 31 y, aunque no he acudido a este centro por ese problema, quiero participar para deciros que: cuidéis vuestra salud, lo que también conlleva protegeros de la ansiedad de los otros para poder controlar la vuestra. Tuve que aprender cómo relacionarme con parte de mi familia para que su ansiedad, no perjudicara la mía. Creo que cada uno tiene de averiguar qué le funciona, y no es imposible, pero nadie va a superar el miedo huyendo de él.»
Además de agradecer su participación a estas tres maravillosas personas, queremos dejaros el relato de Diana López Varela, pontevedresa nominada a los Goyas 2019 año al mejor guión. Ella conoce de primera mano lo que significa sentir pánico, y su historia revela la lucha por sobreponerse y no dejar que el mismo arruine sus sueños. Si queréis leerlo, este es el enlace:
https://www.diariodepontevedra.es/blog/diana-lopez-varela/la-bicha/20180317191015971139.html
«He aprendido que la vida es dura, pero yo lo soy más.»
Si necesitáis ayuda para enfrentaros a esta problemática, sabemos cómo guiaros. Ponéos en contacto con nosotros, estaremos encantados de atenderos.