«Los Trastornos del Aprendizaje no tratados derivan en fracasos académicos»
El Trastorno Específico del Aprendizaje (DSM-V, 2014), se caracteriza por la presencia de dificultades académicas que pueden estar relacionadas con:
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Lectura:
Son menores que leen a ritmo inferior al del resto de sus compañeros, suponiéndoles un gran esfuerzo leer tanto en voz alta, como para sí mismos. Se presentan vacilaciones, sustituciones de palabras, dificultad en la pronunciación de las mismas, etc.
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Comprensión:
Niños a los que les cuesta asimilar lo que acaban de leer, así como también asociarlo a la información previa adquirida.
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Ortografía:
En la mayoría de los casos, se producen omisiones o sustituciones de vocales y consonantes.
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Expresión escrita:
Aparecen errores gramaticales y de puntuación. Por otro lado, la comunicación puede llegar a ser incoherente (en diversos grados).
- Cálculo y razonamiento matemático:
Algunos niños poseen dificultades para comprender la relación numérica, con el consecuente impedimento en la realización de cálculos numéricos correctos (y la automatización del procedimiento). Por otro lado, se encuentran con obstáculos a la hora de relacionar conceptos necesarios para resolver problemas matemáticos.
Estas dificultades comienzan a ser observables cuando la exigencia académica supera las capacidades del menor, necesitando refuerzo psicopedagógico para adquirir las aptitudes necesarias para superar con éxito el curso académico.
La intervención ha de estar fundamentada en una evaluación exhaustiva y específica, determinando el nivel de gravedad actual de las dificultades de aprendizaje:
- Leve: el menor acusa alguna dificultad académica (en una o dos asignaturas), pero con ayuda especializada, desarrolla un buen funcionamiento que se plasma en los resultados escolares.
- Moderada: el menor necesita ayuda especializada durante todo el curso escolar, debido a que sin la misma, tiene pocas probabilidades de llegar a ser competente académicamente.
- Grave: el refuerzo psicopedagógico ha de ser constante e individualizado. El menor corre un elevado riesgo de fracaso escolar.
Una vez detectada la problemática, la intervención se dirige a estimular aquellas áreas del razonamiento afectadas, mediante métodos físicos (cuadernos especializados en el trastorno específico del aprendizaje detectado), virtuales (programas de estimulación cognitiva desarrollados por profesionales de la psicología educativa) y juegos concretos (incentivan y motivan el aprendizaje). Es importante trabajar la parte emocional (especialmente la autoestima) y orientar y dar feedback a los padres/madres de forma periódica.