¡Te contamos por qué funciona!
La vida en pareja está en constante evolución, y no son pocos los desafíos que se presentan durante la misma: adaptación a las condiciones laborales, sociales, familiares… no sólo de una, ¡sino de dos personas!
Cambian las situaciones de vida en las que se desarrolla la pareja, y evolucionan los miembros de la misma; como consecuencia, surgen períodos difíciles y aparecen las dudas y la incertidumbre: «¿cuándo comenzamos a distanciarnos?, ¿por qué me ha fallado?, ¡siento que no me entiende! …» Las personas reaccionan, o bien intentando retomar la relación anterior a la crisis (realizando esfuerzos que no siempre proporcionan los resultados deseados) o aceptando (por inercia, pena, costumbre…) continuar en una relación que no resulta satisfactoria.
Ante una situación de malestar emocional, la terapia de pareja gestiona el conflicto: reconduciendo la crisis, mediando entre ambos miembros y, fundamentalmente, aportando pautas conductuales que mejoran la comunicación y restablecen el vínculo afectivo.
A alguna gente le resulta “abrumadora” la idea de acudir a un terapeuta especializado en conflictos de pareja, debido a que las imágenes mentales más cercanas que poseen son las referidas a series y películas en los que el terapeuta posee un rol poco activo y nada resolutivo. ¡Nada más lejos de la realidad! el profesional es un guía, un apoyo objetivo, que posee conocimientos basados en el método científico, y los emplea en beneficio de sus clientes.
Entonces… ¿En qué consisten las sesiones de terapia de pareja?
1ª Fase: Entrevista inicial y evaluación.
El psicólogo busca esclarecer las causas del deterioro comunicativo y emocional, indagando en aquellos factores que pudieron favorecer o avivar la crisis de pareja. Para ello, entrevistará a los miembros de la misma, empleando dos modalidades: grupal (pareja y terapeuta) e individual (terapeuta y un miembro de la pareja, alternativamente).
2ª Fase: Entrevista de devolución.
Se transmiten los resultados de la evaluación y se fijan los objetivos de manera conjunta (terapeuta y clientes), aportando información sobre las áreas más vulnerables a trabajar y los puntos fuertes o potencialidades de la pareja.
3ª Fase: Intervención.
Se abordan las problemáticas encontradas y se facilitan pautas para su correcta solución; Algunas de estas últimas serán llevadas a cabo fuera de sesión; son las llamadas: “tareas para casa”, que estarán ajustadas a las necesidades, el tiempo y las circunstancias vitales de la pareja. Al trabajar fuera de sesión, lo que se consigue es generar un espacio abierto a: la comunicación, el entendimiento, el afecto y la diversión, aumentando el tiempo de calidad y fortaleciendo el apego.
4ª Fase: Consultas de seguimiento y finalización.
Conforme se van alcanzando los objetivos terapéuticos, aumentan los intervalos temporales en lo que se emplaza a la pareja (p.ej. una sesión quincenal; posteriormente mensual; semestral, etc.), hasta finalizar la terapia (rondando, de media, las 8-10 sesiones).
Es un hecho que, el tiempo invertido en la terapia de pareja es finito, pero las estrategias aprendidas pasan a formar parte de las personas, por lo que perdurarán para siempre.